Se la hice concretamente al amigo que vino de Venezuela, quien pasa los 70 años y cuenta con una gran experiencia y sabiduría. Es de ese tipo de personas sabias, viajeras, con un humor invencible, que da gusto sentarse con el y escucharle contar historias durante horas.
Cesar, ¿alguna vez has vivido una experiencia cumbre?
Con mis palabras le expliqué lo que su creador, Abraham Maslow, nos cuenta en el siguiente párrafo:
“Un estado de unidad con características místicas; una experiencia en la que el tiempo tiende a desvanecerse y el sentimiento que sobrecoge hace parecer que todas las necesidades se hallan colmadas”.
Una vez que todos sabíamos lo que era una experiencia cumbre, Cesar pasó a relatarnos un episodio en el que ocurrió.
El estaba navegando cerca de Santo Domingo un día que parecía bueno. De repente empezó a tornarse el tiempo y empezó a llover y a caer relámpagos. El barco empezó a desestabilizarse y tuvieron que recoger las velas. Allí estaban él y su compañero, agarrados a cualquier cosa para no caerse de los movimientos tan bruscos que hacía el barco. Rezaron porque creían que morían.
No rezaban desde que hicieron la comunión y ya tenían cerca de 50 años.
Pasó la mala racha y felizmente salieron a flote. Llegaron sanos y salvos al puerto y sus vidas ya nunca serían las mismas.
Después de esa experiencia mis valores más humanos cómo la familia, la honestidad y autenticidad se reforzaron. Ya nunca sería el mismo, lloré cómo un niño, dijo Cesar.
Esta historia contada resumidamente pierde los detalles tan ricos en los que nos pudimos sumergir mientras que nos la contaba. En esencia vivió lo que Maslow llamó experiencia cumbre, la cual suele ir precedida de un acontecimiento negativo, es intensa, benevolente y permanente.
Contaba yo que hay personas que viven toda una vida y no pueden vivir una experiencia de tal calibre hasta que se aproxima la muerte en su lecho.
Cuando estamos preparados y abiertos a vivir de manera más profunda podemos llegar a encontrarnos maravillados por el simple hecho de vivir.
Hace 30 minutos invité a mi madre a hacer una meditación que nos prepara para vivir más relajados, con más paz interior, más felices…
Y me pregunto, ¿a dónde vamos corriendo de un lado para otro y en busca de qué? ¿No está lo más valioso dentro de nosotros? ¿Por qué buscamos fuera lo que suele puede acontecer dentro?
¿Te ha sido útil este artículo?. ¿Quieres saber más o te apetece compartirnos tu experiencia?. Estaremos encantados de escucharte y colaborar…
2 Comentarios
Hoy volvía de echarle de comer a las vacas y Hans, el granjero que nos ha acogido a Coko y a mi en Bannmühle, su granja en Odernheim, me dijo: cada día es una experiencia para mi, móntate en el tractor. 🙂 Fuimos con el tractor hasta el río, aparcó y se tiró al agua vestido. Mi tarea consistía en tirarle la cadena del tractor para atarla a unos troncos enormes que obstaculizaban el curso fluido del agua. Qué metáfora de la vida. Después de 1 hora de risas el agua fluía serena, alegre y clara. ¿No es esto una experiencia cumbre?
Con lo importante que es reir, y el poco tiempo que le dedicamos, hay reir mas porque muy saludable, se te van las penas, se te va todo lo que tengas, en el momento que te eches un buena risa.